Construir catedrales o mover piedras

Cuando deseamos un cambio, a nivel personal o profesional, a menudo nos marcamos objetivos poniendo el foco en los problemas a resolver. Pero el verdadero destino no es resolver un problema, es atender una necesidad. Los entrenadores debemos dar prioridad a este aspecto si queremos ayudar de verdad a nuestros clientes y no dejarlos en el mismo lugar de bloqueo que quieren superar. 

El psicólogo Marshall Rosenberg diferenciaba entre necesidad y estrategia. Es fundamental. Por ejemplo: cuando pienso que “Tengo que cambiar de trabajo”, estoy invocando una estrategia y la abordo como un problema a resolver. La necesidad implícita a mi necesidad de cambio puede ser más  autonomía, seguridad, sentido o tranquilidad. Si doy prioridad a estas necesidades de pronto aparecen más opciones, y quizás también incluya la de buscar otro trabajo, pero también puedo valorar emprender, renegociar condiciones o transformar la forma de relacionarme con mi trabajo actual.

Las necesidades humanas son universales, pocas y comunes: Autonomía, Reconocimiento, Pertenencia, Amor/Afecto, Sentido/Propósito, Descanso, Diversión/Juego, Conexión, Desarrollo, Salud/Fisiología o Trascendencia. Estas necesidades dan sentido a las dimensiones física, emocional, relacional y existencial. 

Las estrategias, en cambio, son múltiples, como trabajar horas extras para sentirse seguro, pedir atención constante para sentirse querido o acumular títulos para obtener reconocimiento. Buscar placer es un buen ejemplo de ello. La necesidad universal es gozar: reír, sentir bienestar o intimidad. Las estrategias son sólo caminos: comer chocolate, ir a la playa o comprar algo nuevo. El error es creer que la estrategia y la necesidad son lo mismos. Si pienso que mi objetivo es comer chocolate porque me da placer, me cierro en un único camino. Si reconozco que lo que busco es disfrute, las posibilidades se multiplican incluyendo, en su caso, un buen chocolate. Cuando estudié marketing recuerdo un profesor que sentó polémica en clase cuando aseguró que no podemos crear nuevas necesidades en nuestros clientes. Es cierto, porque lo único que podemos hacer honestamente es ofrecer estrategias para satisfacerlas o de forma fraudulenta confundir al cliente para crear la falsa creencia que un producto o servicio es el único camino para satisfacer su necesidad. 

Te invito a que, la próxima vez que quieras solucionar un problema, te preguntes «¿Cuál es la necesidad que quiero satisfacer?». Si consigues nombrarla, te darás cuenta de que el cambio deja de ser una carga y se convierte en una oportunidad con mucho más sentido y energía disponible. Recuerda la vieja fábula de los obreros que realizaban el mismo trabajo. Uno consideraba que construía un muro, y tenía razón. Otro, en cambio, afirmaba que estaba levantando una catedral y también tenía razón porque nombraba la totalidad y el sentido profundo de su trabajo. Cuando conectas con la necesidad y no sólo con la estrategia, cada paso deja de ser un mover piedras y se convierte en un propósito emocionante cómo construir tu propia catedral.

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