Liderazgo y confianza inteligente
Un valor tan difícil de medir como la confianza determina otro tan preciso, como los mercados bursátiles, la moneda o el riesgo de la deuda en un país.
Lo que es válido a escala global también lo es en el ámbito de una organización. El valor de una empresa depende de la confianza que pueda generar en socios para atraer inversión, en empleados para atraer y retener talento y en definitiva en la que transmite a clientes para vender servicios o productos.
Entre la confianza ciega y la desconfianza aparece una expresión: confianza inteligente, que es la que debe estar presente en toda empresa o grupo humano que pretenda alcanzar sus metas.
Es tan evidente que a veces olvidamos que son las personas las que realizan las tareas en las empresas y que el impacto de que se sientan en un ambiente donde impera confianza o desconfianza es enorme.
Confianza inteligente es el título de un libro escrito en 2012 por Stephen M. R. Covey. El autor nos advierte sobre estilos de dirección que pueden destruir la confianza.
Pero en definitiva, ¿confianza para qué?. El primer motivo que se me ocurre es el de sobrevivir, gracias a la velocidad de adaptación al cambio.
Para llegar a tiempo en la carrera de la competitividad, es preciso un tipo de liderazgo que sustituya control total, microgestión y penalización del error por confianza inteligente. Hemos de confiar en que el resultado conducirá a un aprendizaje y a una organización más «ágil«, con capacidad de autoorganizarse sin esperar instrucciones precisas ni miedo a que un error se convierta en un fracaso paralizante
La confianza inteligente exige un estilo de liderazgo basado en el máximo respeto a las personas, en lo formal y también en lo informal. Los líderes destructores de confianza y de valor acostumbran a tratar mal a sus empleados. Si son astutos, lo hacen de forma sigilosa y selectiva, por ejemplo, pueden relacionarse bien con sus superiores, pero con quien consideran, seguramente de forma errónea, más débiles, se enseñan con maltrato explícito.
Cuando el poder de un líder emana exclusivamente del conocimiento y no se ocupa de incrementar la confianza en sus equipos humanos se convierte en un factor de destrucción de valor. En un primer momento, quizás deslumbre con un brillante currículo, pero si no genera confianza, es probable que cómo resultado deje como recuerdo de paso un rastro de tierra quemada.
Animo a quien me quiera escuchar que denuncie al líder que pierda el respeto a los demás en el trabajo. Ni la jerarquía, ni el conocimiento justifican el maltrato y debemos colaborar en apartar lo más rápido posible del cargo a la persona que lo practica. Es importante no solo por justicia social, lo es además porque estará destruyendo la confianza y el valor en la empresa hasta que quizás sea demasiado tarde para remontar.