Otra victoria como ésta y estaré perdido
Duelo a Garrotazos. Francisco de Goya
«Otra victoria como ésta y estaré perdido», exclamó el rey Pirro de Epiro al ver el número de muertos y heridos de su ejército en el campo de batalla. Éste es el origen de la frase «victoria pírrica», cuando el beneficio de una victoria puede ser inferior al de una derrota.
Aunque a menudo se valora la victoria como deseable, en muchos ámbitos de la vida personal puede acarrear ciertas desventajas, sobre todo si la lucha es contra uno mismo. Para ayudar a nuestros clientes a alcanzar sus retos, algunos entrenadores caemos en la trampa de asumir un axioma basado en la victoria como única opción para conseguir el bienestar. Este modelo inspirado en la doctrina militar es demasiado simple, con posibles efectos colaterales y puede dar origen actitudes agresivas para ganar una supuesta batalla.
Cuando se logra la victoria, podemos experimentar presión creciente para mantener el mismo nivel de éxito en el futuro, creando expectativas irreales que aumentan el estrés. Además, después de ganar, aparece el miedo a no poder replicar el mismo éxito o defraudar a los demás. Si el objetivo principal se centra exclusivamente en ganar, alcanzada la victoria, puede surgir una sensación de vacuidad o falta de propósito.
Buscando una polaridad de victoria aparece al momento la palabra derrota. La descarto por reactiva y explorando algo más encuentro el tesoro: rendición. La rendición, entendida en el marco de la psicología no como un signo de fracaso sino como una herramienta para la gestión emocional, puede ser una vía poderosa hacia el bienestar. Enfrentarse a situaciones incontrolables genera el estrés, y la capacidad de rendirse frente a estos escenarios puede aliviar esta presión, llevando a una aceptación genuina de la realidad. Esta mentalidad no sólo fomenta el desapego y la resiliencia, sino que también ayuda a reconocer las limitaciones humanas, revalorizando la humildad y la autocompasión. Permite además una pausa reflexiva que puede conducir a estrategias más eficientes y evaluación positiva de las circunstancias.
Por otra parte, la rendición nos sitúa en el momento presente, aliviando las tensiones vinculadas con la ansiedad por el incierto futuro o el remordimiento pasado, podemos desarrollar una empatía más profunda hacia los demás y, paradójicamente, la rendición puede abrirse nos las llevas a nuevos caminos y oportunidades, fomentando un crecimiento personal auténtico y significativo.
Si aceptas la rendición es importante que sea incondicional, ya que vincularla a condiciones podría iniciar una nueva batalla para defenderlas. Quiero terminar este artículo con tres frases que me han ayudado a entender los valores positivos de la rendición: «Quien va al desierto no es un desertor», afirma el filósofo Josep Maria Esquirol en un imprescindible ensayo: Resistencia Íntima. El psicólogo Carl jung escribió «Lo que resistimos, persiste». Por último el doctor Deepak Chopra propone «La verdadera libertad surge cuando sueltas lo que no puedes cambiar y te abrazas a la infinita posibilidad del ahora».