Sobre l@s indignad@s
La queja y la indignación son actitudes cultivadas con perseverancia por aquell@s que han descubierto que «contra algo se vive mejor». Los culpables son siempre «los otros» y mejor todavía si es algo aún más lejano e impreciso, como el «sistema».
Las inevitablemente improvisadas y/o contradictorias medidas que toman los poderes públicos en todo el mundo para evitar los efectos de la pandemia Covid-19, son un regalo para los indignados profesionales. Con las manos en los bolsillos y sin ninguna intención de bajar a la arena e iniciar acciones concretas para ayudar a los demás, exhiben su irritación con orgullo, como si se tratara de un acto de valentía. Sin embargo ya han comprobado antes que no están arriesgando nada porque hacer, lo que se dice hacer, no harán nada.
Para el indignado, ayudar a los demás no es una opción, ya que ha centrado su atención, hábilmente, más allá de su área de influencia. En lugar de tomar cartas en el asunto, iniciar una acción concreta, el indignado se manifiesta mediante rotundas declaraciones públicas que nunca incluyen un plan. Los más osados se quejan utilizando tiempos verbales condicionales, con el objetivo implícito de no tomar compromiso alguno.
Adjunto dos entrevistas realizadas en la contra de la Vanguardia en las que identifico conocimientos y actitudes sabias que me ayudan a comprender el fenómeno de la queja.
- Entrevista a Swami Parthasarathy, 6 de septiembre: «LA CULTURA DE LA QUEJA LLEVA A OCCIDENTE A LA DECADENCIA».
- Entrevista a Rafael Santandreu, hoym 20 de septiembre: «QUEJARSE ES LA MEJOR FÓRMULA DE ARRUINAR UNA RELACIÓN»