Códigos QR, infinitas posibilidades

Dicen que no han tenido tanto éxito como en un principio se pronosticó, que hay quien no los utiliza bien, que sobre determinados soportes (por ejemplo, los que experimentan un ligero movimiento) no se leen bien. Pero lo cierto es que los códigos QR nos ofrecen un abanico nada desdeñable de posibilidades que, como mínimo, deberíamos valorar. Un dato interesante: en la segunda mitad de 2011 la utilización del código QR experimentó un crecimiento masivo del 1.200%.

La principal virtud de estos códigos de barras bidimensionales que se escanean con un smartphone (basta con enfocarlo unos segundos con el dispositivo) es su capacidad de almacenar contenidos que de otra manera no se podrían ofrecer en su soporte habitual, desde textos, imágenes o vídeos hasta links a webs. También permiten descargar juegos, música o vídeos, formalizar pagos, conectarse a las redes sociales, hacer “Me gusta” en un sitio concreto y realizar otras muchas acciones.

Otro de los puntos fuertes de los códigos QR es lo sencillo que es crearlos y su escaso coste, ya que existen webs que los generan y los vinculan a las landing pages definidas por el usuario de manera gratuita, aunque también las hay de pago.

Pero lo mejor de este invento es la gran cantidad de posibilidades que ofrece a nivel de promoción personal o empresarial. Entre otros muchos soportes, se puede insertar un código QR:

  • en tarjetas de visita: para ampliar la información sobre la empresa, sobre el departamento o sobre la persona
  • en currículums: para proporcionar acceso a trabajos realizados, books o enlaces a empresas con las que se ha colaborado
  • en etiquetas de productos: ideal si en el envase no hay espacio físico suficiente para todo lo que queremos comunicar
  • en escaparates de tiendas: impresos en una ventana pueden mostrar su catálogo de productos fuera de su horario comercial habitual
  • en cartas de restaurante, para ver el aspecto del plato que vamos a pedir…

 Sólo hay que ponerle imaginación.

En el ámbito del marketing y la publicidad, las aplicaciones de los códigos QR son prácticamente ilimitadas. Algunos ejemplos para los que se han utilizado:

  • participación en concursos
  • cupones de productos, descuentos, promociones
  • donaciones
  • casos en los que el protagonista de la campaña es el logo en sí mismo, como el que se colocó en el tejado de un edificio de Facebook en California (en realidad nadie espera que lo escaneen desde un avión) hasta los códigos de diseño, como el de True Blood o el de Help Japan Now, legibles gracias a su 30% de tolerancia.
  • algunas campañas de televisión, en las que el código se fija en la pantalla durante unos segundos para permitir su escaneo. Algo mucho más llamativo que un spot tradicional.

Como curiosidad, una idea que ha puesto en práctica un creativo de Leo Burnett Iberia, conocido como Fred: tatuarse en el brazo un código QR y “contratarlo” para empresas con la promesa de que soporta cualquier tipo de contenido. El pasado lunes Fred abrió una subasta en eBay para adjudicarlo a una empresa. En un solo día, las pujas ascendían a los 60.100 euros. Los interesados pueden formalizar su oferta hasta el próximo 26 de abril, así que seguramente la cifra crecerá mucho más. Original, sin duda.

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