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Sin nada nuevo que aportar,  escribo este post con la tristeza de la pérdida de Steve Jobs, de un genio.

De la mano de mi  amigo Albert Cuesta descubrí  la marca Apple, que escondia algo más que un producto o servicio:  la victoria de lo simple y radicalmente bueno.

Fui usuario de uno de los primeros mackbook air y hace tres años, en los aeropuertos, los empleados del control de equipajes me pedían permiso para tocarlo. Acariciaban  el aluminio de la carcasa, y me lo devolvían con los ojos ligeramente entornados y una sonrisa de placer.

Esto me evoca otro recuerdo: un  dia mientras dejaba mi Harley  pasó una mujer mayor con una niña de la mano.  Se paró un momento, volvió sobre sus pasos y en un tierno gesto, acarició  con cuidado el cromado de la luz delantera de mi moto con la misma sonrisa que pude ver en los controladores de equipaje.

Creo que no estoy demasiado apegado a las cosas, pero en la categoria de las máquinas que casi quiero están mi MackBook air y mi Harley Sporster 883. No  tienen nada que ver, pero se parecen tanto!.

Jobs ha sido un gran creador también de emociones.